En el mundo de la literatura, existen diferentes formas de contar una historia. Una de las decisiones más importantes que un autor debe tomar es elegir qué tipo de narrador utilizar.
En este artículo, exploraremos los tres tipos de narrador en 3ª persona: el omnisciente, el subjetivo y el cámara. Descubriremos cómo cada uno de ellos influye en la forma en que percibimos y nos conectamos con la historia.
¡Acompáñanos en este viaje por los distintos puntos de vista narrativos!
El narrador omnisciente es una figura poderosa en la literatura, ya que posee un conocimiento absoluto de los personajes y los eventos de la historia. Actúa como un observador imparcial, capaz de ver más allá de lo que los personajes pueden percibir. Este tipo de narrador tiene la capacidad de adentrarse en las mentes de los personajes y revelar sus pensamientos más íntimos. Al ser un observador imparcial, el narrador omnisciente puede presentar diferentes perspectivas y ofrecer una visión completa de la trama. Esta habilidad para verlo todo desde una posición neutral le otorga un poder único para crear suspense, sorprender al lector y dar una profundidad adicional a la historia.
El narrador subjetivo nos sumerge en el punto de vista personal de un personaje o protagonista de la historia. A través de este tipo de narrador, somos testigos de sus pensamientos, emociones y percepciones, lo que nos permite adentrarnos en su mundo interno y comprender su visión particular de los acontecimientos. Este narrador nos invita a experimentar la trama desde una perspectiva única y subjetiva, lo que añade profundidad y complejidad a la historia. Nos permite conocer los miedos, deseos y conflictos internos del personaje, creando una conexión emocional con el lector.
Narramos en tercera persona, pero solo tenemos acceso a los pensamientos, sentimientos o lo que conoce un único personaje. Es como una primera persona camuflada de tercera.
El narrador cámara es un tipo de narrador en la literatura que actúa como un testigo silencioso de la acción. Este narrador se limita a describir los eventos tal y como ocurren, sin intervenir ni dar opiniones. Solo sabemos lo que los personajes hacen y dicen, pero no lo que piensan. Es como una cámara que se limita a grabar los diálogos y escenas de acción. Es un narrador descriptivo.
La pasada Navidad Julián le expresó su amor a Rebeca. Ella se sintió conmovida y feliz porque también lo amaba. Se fundieron en un beso que recordaría siempre. La gente de alrededor, la mayoría familiares, aplaudieron con fuerza y esto puso nervioso a Julián, que no le gustaba ser el centro de atención.
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura y en forma de caparazón, y al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos. «¿Qué me ha ocurrido?», pensó.
Suena el teléfono. Los segundos se suceden y nadie de levanta a descolgarlo. María y Juan están en la playa, es agosto y hacen más de 45 grados. El sol es abrasador y no hay casi nadie en la calle.
A través de esta exploración de los tres tipos de narrador en la literatura, hemos descubierto la importancia y el impacto que cada uno tiene en la trama. Pero, ¿qué tipo de narrador nos cautiva más como lectores? ¿Cuál nos permite sumergirnos más profundamente en la historia? Esta pregunta queda abierta para que reflexionemos y descubramos nuestra preferencia en el fascinante mundo de la narrativa.
